miércoles, 20 de agosto de 2014

DISCURSO PRONUNCIADO POR LA PROF. ROSA LEANDRO
EN LA SESIÓN SOLEMNE DEL 8 DE AGOSTO 


“Y proeza, al fin, cual la de Adriano
Que estando batiendo en la puntilla,
Concluidos los pertrechos dio la mano, Al Cañón,
Y en volante navecilla
En vez de huir al cerro por el llano
Rompió por dentro de toda la escuadrilla
Y se unió a sus hermanos del fortín
Donde con ellos dio a su vida fin
Buenas tardes. Ciudadano alcalde del municipio Marcano Sr. José Ramón Díaz, Ciudadano Ángel Luis Mata Presidente de la Cámara Municipal, Señores Concejales, Cronista de Juangriego, personas e instituciones homenajeadas en este hermoso día, Sres y Sras.
Antes de disertar con ustedes en este extraordinario escenario, deseo agradecer en nombre de mis hijos, hermanos y nietos esta distinción. Para ustedes siempre nuestra gratitud.
Juangriego maravilloso puerto que abre sus aguas iluminada mas allá del barrio de la galera y mas allá también de la playa de los sopladores, que levantan sus espumas en irisados penacho.
Juangriego pueblo que desde antiguo por su ubicación geográfica estratégica y su apertura al mar Caribe, fue ambicionado por piratas y corsarios.
Juangriego pueblo de hombre, mujeres y hasta niños aguerridos. Este pueblo que ha dado a propios y extraños hilos de inspiración y de romance.
Hoy concurrimos a esta hermosa e inigualable bahía para conmemorar 197 de una de las batallas más cruentas, feroces y violentas de nuestra historia patria. Este espacio teñido de rojo por la sangre de nuestros antepasados, es presencia del amor y la posibilidad de entender que el compromiso con la libertad se demuestra con el sacrificio.
La batalla ocurrida ese viernes 8 de Agosto de 1817(un día como hoy) en nuestro pueblo, es ejemplo de la defensa de lo nuestro, la defensa a los principios y valores, la defensa de nuestra identidad indígena, el calor del sol y el sabor a sal.
Este episodio de nuestra historia local tuvo dos hombres y un destino: Francisco Adrián y Pablo Morillo. Dispondré de un breve tiempo para describir de una manera objetiva lo que hasta ahora se ha escrito sobre ellos.
Francisco Antonio Adrian nacido en el cercado, población del Municipio Gómez, se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, de presume los años 1770 y 1780. El Dr. Ángel Félix Gómez localizó en Caracas algunos documentos que permiten aproximarse a la figura de este Prócer de la Independencia, poco conocido y que sin embargo escribió páginas importantes de la historia, al inmolarse junto a un grupo de valientes hombres que soñaban con la libertad de Margarita y la eliminación del yugo español
Algunos historiadores han afirmado que su apellido era Adriano tal como lo escribe en su poema canto Nº 4 Gaspar Marcano (recitado al inicio) y con el transcurrir de los años perdió la O por ser una historia de tradición oral.
Se tiene la creencia que Francisco Adrián fue un soldado raso de nuestro ejército republicano. Fue sí un oficial patriota que alcanzó el grado de Teniente de Fragata, siendo uno de nuestros próceres navales.
Pablo Morillo y Morillo, Conde de Cartagena, Márquez de la Puerta, o El pacificador, fue mucho más que un simple generalote sanguinario. Fue, como muy bien lo recoge el título de la biografía de Quintero Saravia: un General de dos mundos. De origen campesino, Morillo se alista desde primera hora en los ejércitos reales. Participa activamente en la Guerra de Liberación española contra la invasión Napoleónica. Combate en todas las grandes batallas de la época: Trafalgar (la mayor batalla marítima de la historia, 21 de Octubre de 1805.), Bailen (la primera derrota de la historia del Ejército de Águila imperial de Napoleón, 19 de Julio de 1808). Morillo está presente en la invasión aliada a Francia que pone fin al régimen de Napoleón. Allí gana sus galones y la confianza del duque de Wellington.  Y, cuando en 1814-1815, terminadas las guerras napoleónicas y liberada España, se decide mandar un ejército peninsular para conquistar el Virreinato de la Nueva Granada, se piensa inmediatamente en Pablo Morillo, el General más prestigioso de aquel momento en España para que comandara lo que en su momento se denominó el “Ejército de Costa Firme”.
Morillo desembarcó en la Isla de Margarita en 1815 con instrucciones perentorias de reconquistar para la corona de Fernando VII estas ariscas colonias que comenzaban a sacudirse el yugo de Madrid. ¿Fue Morillo un simple pacificador sanguinario como lo conoce la historia? Lo fue, sí, pero la biografía de Quintero Saravia tiene el gran mérito de ponernos las cosas en su contexto e ilustrarnos sobre cómo se veían las cosas desde la metrópolis, la fuente principal del autor son los Ministerio de Guerra español, lo cual le otorga un especial interés  a su investigación. Morillo llega acompañado de instrucciones originales muy claras: tratar con tacto y diplomáticamente a las gentes americanas alzadas en armas. Originalmente así lo intenta. Y por eso procede a indultar a Juan Bautista Arismendi, el comandante patriota de la Isla de Margarita primera escala de la reconquista. Posteriormente Arismendi incumple sus compromisos y reinicia las hostilidades. Según el autor, este comportamiento del defensor de la isla de Margarita llevaría al General español a comprender que la guerra que venía a librar a las tierras americanas no sería una batalla de delicadezas. Al fin y al cabo, recordémoslo, Bolívar había declarado desde 1813 la “guerra a muerte” a españoles y canarios. Durante seis épicos años Bolívar se enfrenta a Morillo en la guerra por el control de Venezuela. El genio del Libertador, comprendiendo que la llave del éxito de la campaña por Venezuela pasaba por abrir primero las puertas de la capital del virreinato como se hizo con la campaña de 1819 que llevó a que la victoria en este duelo de titanes se inclinara a favor del Padre de la Patria.
Para Morillo no fue fácil la tarea encomendada, debido a que los margariteños no se rendían y así comienzan las batallas sangrientas, donde a pesar del poco armamento que poseía, logran la victoria de algunos enfrentamientos. Uno de estos éxitos es el que obtienen en la Batalla de Matasiete el 31 de Julio de ese mismo año, bajo el mando de Francisco Esteban Gómez, quien con solo mil trescientos valientes soldados y con ayuda de los pobladores de la zona pudieron en casi 8 horas aniquilar a 3 mil soldados españoles. Esto es historia, dijera mi maestra Esther, está escrito en informes de los propios actores.
Una semana después, las tropas de Morillo libran una batalla en Santa Ana, pero sin éxito deciden avanzar a Juan Griego por lo que se le conoce como el portachuelo de El Maco. Al día siguiente pasa por Los Millanes y Pedregales para luego llegar a su meta: Juan Griego, ciudad por donde entraban las armas y provisiones de Las Antillas, específicamente de San Thomas.
Sangrienta fue la batalla describe el historiador Francisco Yenes. Después de largas horas de lucha, el estallido de un retén de municiones obliga a los margariteños a bajar a la colina de La Galera y son masacrados en una laguna salada, que desde ese día se llama “Laguna de Los Mártires”. Las pérdidas margariteñas son numerosas, entre ellas la del Coronel Cayetano de Silva, Capitán de Navío Juan Fermín, Teniente de Fragata Francisco Antonio Adriano, Teniente Tomas García.
Al inicio señalé que Pablo Morillo había estado presente en algunas de las batallas más importantes de Europa, sin embargo fue capaz de afirmar la valentía de los margariteños  en este texto: “Desde aquel momento presentó el ataque al Fuerte, el aspecto más espantoso. Pasaban de 500 rebeldes de la canalla más atroz y desalmada de la isla, los que defendían, hombres feroces y crueles, famosos y nombrados entre los piratas de las flecheras, el terror de las costas de Venezuela, y fascinerosos, que cada uno contaba muchos asesinatos y estaban acostumbrados a mirar la vida y la existencia con mayor desprecio. Estos malvados llenos de rabia y de orgullo, con su primera ventaja en la defensa, parecía cada uno de ellos un tigre, y presentaban el fuego y las bayonetas con una animosidad de que no hay ejemplo en las mejores tropas del mundo (…) Estos llegaron al último extremo de la desesperación y apuraron todos los medios de defensa. No contentos con el fuego infernal que hacían, arrojaban piedras de gran tamaño, y como eran hombres membrudos y agigantados, se les veía arrojar una piedra enorme con la misma facilidad como si fuese una pequeña. Así tuvimos algunos muertos y heridos a pedradas (…) Nuestra caballería, que para el momento de ocupar el reducto ya estaba prevenida, recibió a los que salieron de él, en una lagunas poco profundas, donde todos se arrojaron, y allí pereció a balazos aquella banda de asesinos feroces que ni imploró la clemencia ni hubo que diera señales de timidez en medio de la carnicería que en ellos se hizo (…) De esta suerte se concluyó una acción tan sangrienta y empeñada, allí quedaron tendidos más de quinientos forajidos, que ni aun en el último momento quisieron rendirse.
Este informe del general Morillo, nos debe llenar de orgullo, hoy conmemoramos la valentía, decisión y coraje de estos hombres que prefirieron la muerte antes que la vergüenza de la clemencia española, el General Morillo lo afirma: no hubo rendición, solo existió decisión en el logro de sus metas.
Ante las atrocidades cometidas por Pablo Morillo y su Ejército, Francisco Esteban Gómez se presenta más tarde al sitio y reta a Morillo a un combate personal.  En un acto suicida dirige estas palabras al general español: “General, si la división y vuestros partidarios os abrieron las puertas de Cartagena y de la Nueva Granada  y os presentaron víctimas que vuestra rabia ha devorado; no es así en este pueblo que tengo el honor de mandar, en donde sólo reina la unión y el más acendrado patriotismo.
La efímera ventaja que habéis adquirido este día, no abate a los margariteños, al contrario aumenta más su coraje. A presencia de vuestras tropas estoy para que sean testigos de vuestro valor, si admitís el desafío que os hago”. Según, Gómez estuvo solo y a distancia de un tiro de fusil y viendo que nada le contestaba, se retiró.
A pesar de la victoria conseguida por Morillo, sus fuerzas estaban diezmadas luego de los combates tan feroces que presentaron los margariteños.  Morillo al conocer la caída de Ciudad Angostura por parte de los patriotas y ante la proximidad de más ataques por parte del Ejército al mando de Francisco Esteban Gómez, lo motivaron a que partiera con sus tropas restantes el 17 de Agosto de 1817 rumbo a Cumaná, dejando definitivamente a la Isla de Margarita en poder de los patriotas.
Lo relatado es historia, ahora asomémonos a la realidad actual y seamos participe de este hecho.
Si comparamos las biografías, sin mucho escudriñar, nadie apostaría que un grupo de hombres, mujeres, jóvenes y hasta niños de un pequeño pueblo comandado por un Teniente de Fragata desconocido, pudiera hacer retroceder a este General de dos mundos y protagonista de grandes e importantes batallas.
Lo descrito anteriormente por las fuentes ya mencionadas, determinan que Pablo Morillo contaba con la formación, conocimientos, experiencias y confianza necesaria para cumplir con la misión encomendada. Pero toda esa experiencia y estrategias militares no fueron suficientes para visualizar que ya los venezolanos con dos Repúblicas perdidas habían fijado un rumbo, ya sabían cuál era su destino. Un destino que ya nosotros conocemos “LA LIBERTAD Y LA INDEPENDENCIA”.
En este momento permítanme preguntar, sabemos nosotros cuál es nuestro destino? hace tiempo leía un cuento de Luis Castañeda y aprendí. “El que no sabe dónde va, ya llegó, cualquier lugar es su destino”. Señores y señoras en mi soliloquio, me pregunto, qué nos está pasando, porqué hemos dejado que nos cambien nuestras rutinas, por qué ya no nos entendemos como antes? Qué estamos haciendo para cambiar esta realidad? Que aportamos?
Esta LAGUNA, testigo mudo e inerte de este histórico hecho, hoy nos interpela con fuerza y nos reclama nuestra estirpe, nuestra sangre Guaiqueri. Nos pregunta por qué tanta tolerancia ante situaciones comunes de nuestra vida, pero que nos han cambiado la dinámica existente por situaciones ajenas a nuestra realidad.
Francisco Làrez Granado en el año 1955 escribe su tercer libro Umbral de Ausencia, este poema, hoy yo se los quiero dedicar.
En el umbral de la ausencia
Los hombres se ponen serios
Mirando hacia atrás la tierra
Que se va empequeñeciendo.

La tierra no queda atrás.
La tierra no se ha perdido,
Porque a donde yo me vaya
Irá la tierra conmigo.

 La tierra querida y buena.
La tierra que soy yo mismo,
Porque su pena es mi pena
Y la pena de mis hijos.

Panchito cuando escribe este poema lo hacía pensando en todos aquellos hombres que dejaban a Margarita en busca de nuevos destinos, pero hoy es necesario recordar que Venezuela, Margarita y Juangriego somos nosotros mismos, que la pena de nuestra Patria es nuestra pena. Pero qué hacer?
Siento que lo primero es reconciliarnos. Reconciliarnos con nosotros mismos, aceptarnos tal cual somos, para poder reconciliarnos con los demás. Observamos en la realidad que mucha gente está brava, otras tristes y otras quizás indiferentes,  pero un grupo está dando lo mejor de él o ella. Esto es lo correcto. Mi invitación en esta tarde es reconciliarnos con JuanGriego, con Pedregales, Los Millanes, La Galera. Señores, señoras, jóvenes, nuestros pueblos nos necesitan. Necesitamos que nuestro Municipio tenga los mejores hombres y mujeres. Hombres y mujeres que cada despertar prometen dar lo mejor de sí, en su familia, en su trabajo, en su comunidad. Hombres y mujeres que no tienen miedo de asumir retos, que no tienen miedo al fracaso y si tienen fracasos, esos fracasos te acercan, te enseñan y te fortalecen. Luchemos por nuestros ideales desde el espacio que nos corresponda. El dueño de la tienda  piense y trabaje diciendo ésta es la mejor tienda, en ella se brinda la mejor atención y esa atención debe ir desde la empleada hasta el mejor cliente. La enfermera y  el médico deben ser los mejores, que a pesar de no tener todos los insumos necesarios, ese paciente cuente con una sonrisa y un apoyo y quizás eso lo recuerde más que haber tenido todo y no contar con su amabilidad. El policía es el que más nos custodia y ayuda en nuestros momentos difíciles, se gana nuestro respeto y confianza, nuestros líderes políticos son los más trabajadores y honrados, nuestros maestros y maestras son los hombres y mujeres de mejores virtudes.
Siento que si en cada calle nos reconciliamos podemos generar grandes proyectos en beneficio de todos, que volvamos a vernos como hermanos y nuestras miradas se crucen y de igual forma se crucen las sonrisas. Mis hijos, si lo podemos hacer, deslastremos este mal del egoísmo y la indiferencia, amémonos, amemos lo nuestro, como lo hicieron nuestros antepasados, busquemos nuestros ideales y luchemos por ellos, dejemos a nuestros hijos buenas huellas, huellas que ellos puedan transitar y llegar al mejor Puerto: Juan Griego. Se les respeta, muchas gracias.


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