Entre los años 1813 y 1819 en Venezuela se establecen varios intentos por instituir el orden legal que sostuviera la administración de la guerra y del gobierno provisional de la Republica, que con los sucesos del 19 de abril de 1810 y del 5 de julio de 1811 despertaron el ímpetu de libertad de los venezolanos. Así tenemos que con la Asamblea de Emigrados en Haití en 1816, la Asamblea de Notables y nacimiento de la Tercera República en la Villa del Norte el 6 de mayo de 1816, el Congreso de Cariaco en 1817 y el Congreso de Angostura en 1819, se recorre el camino para establecer la unidad política y de mando, y es precisamente en Angostura cuando Bolívar dice: “Al llegar a Margarita una asamblea general me nombró Jefe Supremo.., mí ánimo fue convocar allí el Congreso (...) los sucesos de la guerra no permitieron, sin embargo, este anhelado acto de la voluntad nacional (...) libre Guayana, y libre la mayor parte de Venezuela, nada nos impide ahora devolver al pueblo sus derechos soberanos”
Desde siempre ha estado en el sentimiento de
los neoespartanos el gran orgullo que se siente por la excelsa participación de
nuestros coterráneos en la gesta emancipadora desde el 4 de mayo de 1810,
cuando se da el paso a la adhesión de esta provincia a los acontecimientos sucedidos
en Caracas el 19 de abril del mismo año, hasta el 17 de agosto de 1817, cuando
Morillo sale derrotado por el puerto de Pampatar, dejando nuestro territorio
insular libre para siempre del yugo español y de cualquier otro que ose
pisotearlo.
Con la llegada de la más
grande expedición que se conozca en mares venezolanos comandada por Pablo
Morillo, a Pampatar el 7 de abril de 1815, y el 9 saltó en tierra su jefe,
precedido de una proclama en que prometía perdón á los insurgentes y un olvido
absoluto de lo pasado. Todo quedó sometido: algunos patriotas desconfiados se
refugiaron á las Antillas, Juan Bautista
Arismendi muy bien tratado por Morillo, se mantuvo en la isla, y se le facilitó
el traslado de los que quisieran dirigirse al continente, el jefe español,
cumplió con sus promesas, hizo algunas
proclamas contra los futuros reincidentes, y nombró a Don Antonio Herraiz por gobernador de la isla, y
puesto orden y arreglo en su administración, dio la vela Morillo para Cumaná.
Restrepo
en 1858, apunta:
En tanto que los
realistas mandados por Morillo y por otros jefes combatían en la Nueva Granada a
los republicanos, la isla de Margarita había levantado el grito de
insurrección. Desde la ocupación de
Morillo, el coronel Arismendi y los demás patriotas que allí se encontraron, y a
quienes perdonó el jefe español, sabiendo en su mayor parte las instrucciones
que este había dejado al gobernador Herraiz, vivieron vigilantes.
Por
fortuna este oficial español, honrado y bondadoso, proclamaba el sistema de que
se debían cumplir religiosamente las promesas de Morillo, y por tanto no quiso
ejecutar las órdenes de Moxó, para prender á los patriotas y secuestrar sus
bienes, fue removido de su cargo, nombrando en su lugar al teniente coronel don
Joaquín Urreiztieta, que profesaba principios opuestos a su antecesor, siendo
desconfiado cruel y avaro. Este gobernador era un instrumento propio para
cumplir las órdenes de Morillo, quien desde su cuartel general de Turbaco
previno al brigadier Moxó, que mandase prender a Arismendi, a don Ramón Silva y
a don Juan Miguel Láres, miembros que habían sido del gobierno revolucionario
de Margarita, y que los remitiera presos á España.
Cuando llegó esta orden,
ya Urreiztieta, incitado por el brigadier don Juan Bautista Pardo, jefe militar
de la provincia de Cumaná, había tratado de prender a Arismendi, a don Cayetano
Silva y a don Felipe Villalba, por haber supuesto que mantenían correspondencia
con los patriotas emigrados en Trinidad. Aquellos escaparon a los bosques, y
los soldados españoles solo aprehendieron a don Juan Ariza junto con don
Francisco y don José Bolívar.
Advertidos Arismendi y
los demás patriotas de Margarita que no debían confiar por más tiempo en las
promesas españolas, comenzaron á obrar activamente desde el retiro de los
montes en que se hallaban, para conmover la isla contra el gobierno real. Casi
todos sus habitantes eran amigos de la Independencia, había oficiales que los
podían dirigir, y su posición marítima les daba facilidad para adquirir otras
armas y municiones, fuera de las que tenían ocultas. Después de formar su plan,
resolvieron los jefes de la insurrección reunirse y sorprender en un mismo día,
los destacamentos españoles. Mas el gobernador descubrió el proyecto, ocurrió
armado al punto de la reunión, mató algunos, y los demás comprometidos se
pusieron en salvo.
No bien se hubo este
aposesionado de su empleo, cuando trató de arrestar con perfidia á varios
sujetos principales de la isla en un festín que dispuso el 24 de setiembre para
celebrar la caída y prisión de Bonaparte. Por fortuna Arismendi, advertido en
la víspera de lo que se tramaba, huyó á los montes con uno de sus hijos, y
allí, burlando las pesquisas de sus enemigos, concibió y puso por obra el
designio de expelerlos del país. Luisa Cáceres su esposa, aunque se hallaba en
cinta, fue presa después y aun afligida con inciviles tratamientos; pero este
medio empleado de propósito para contener al marido, no sirvió sino para irritarle,
haciendo subir de punto su odio y el deseo de la venganza.
Baralt (1844), escribe:
“Arismendi así que, entrado el mes de noviembre,
escribió a diferentes sujetos de la Margarita, suponiendo hallarse en la isla
Blanquilla con buques y 2.500 hombres de desembarco e invitándoles a reunirse
el 15 en cierto lugar que designaba. Desgraciadamente un día antes supo
Urreiztieta la trama y ocurriendo armado al punto de la cita, mató a muchos que
ya estaban juntos; si bien Arismendi, advertido de la sorpresa, huyó y se
ocultó de nuevo. Lejos de acobardarse con esto, salió del monte en la noche de
15 y desde el Valle de San Juan
se dirigió con 30 hombres, tres fusiles y 120 cartuchos al puerto de
Juangriego, cuya guarnición sorprendió, y pasó a cuchillo el 16. Aumentada allí
su gente y armada con 80 fusiles que cogió a los enemigos marchó a la Villa del
Norte y ocupó su casa Fuerte, no embargante la resistencia de los soldados
españoles que la defendían: más de doscientos de ellos murieron, ora en el
asalto, ora sacrificados por el pueblo de cuyo favor sólo muy pocos pudieron
escapar. Tal era y tan general el odio concebido contra los expedicionarios que
en la tarde de ese mismo día contaba Arismendi 1.500 hombres en su campo,
armados unos con machetes y azadones; otros con lanzas, cuchillos y garrotes,
pocos con fusiles: las mujeres mismas queriendo vengar las injurias de la
esposa de Arismendi y su patriótica constancia, animaban a los hombres y los
acompañaban al combate…”
El
levantamiento de Margarita y su heroica resistencia habían llevado la esperanza
y el valor á más de un pecho republicano de los que en la tierra fronteriza
suspiraban entre cadenas por la libertad, sin tener medios ó alientos para
conquistarla por las armas.
Larrazabal
(1865), expresa:
“El
sepulcro donde quedó humillado el orgullo de Morillo, los secuestros, las
vejaciones de los expedicionarios la perfidia de Urreiztieta; los desprecios
malos tratos de los realistas levantaron los margariteños, Arismendi les
inspiró la resolución heroica de destruir sus enemigos muriendo por la
libertad. Así, el odio de los españoles recayó sobre este caudillo, a quien
miraban como el promovedor alma de la insurrección margariteña, trataron de
destruirle por cuantos medios les sugería su desesperación…Corresponden esta
época los hechos famosos de Arismendi, sin duda que ellos obligan la historia
conceder este caudillo denodado no solo actividad perseverante ánimo, sino don
de organización pericia militar.
Arismendi renovó el ejemplo admirable de Tarifa pero el de nuestra isla,
bien llamada Nueva Esparta, tuvo el heroísmo adicional de la joven caraqueña,
cuya abnegación martirios por la patria forman uno de los más interesantes
episodios de la historia de Colombia acaso de la América. La tenaz resistencia
de Arismendi lleno de asombro al Español de admiración los patriotas; si bien
no pudo posesionarse absolutamente de la isla, su alzamiento dio una base las
operaciones de la guerra, en consecuencia fue un suceso de vastísima
importancia que el Libertador aprovechó con destreza, he aquí la razón por qué
la expedición de los Cayos se dirigió a Margarita, llegando al puerto de
Juagriego el 3 de mayo de 1816”
Bibliografía:
Baralt, Rafael. 1844. Resumen de la historia de
Venezuela. Tomo I. París. 448 pp.
Larrazábal, Felipe. 1865. Correspondencia General
del Libertador Simón Bolívar. Tomo I. New York. 616 pp.
Restrepo, José. 1858. Historia de la revolución de
la República de Colombia en la América Meridional. Tomo II. Besanzon. 609 pp.
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