martes, 23 de junio de 2015

Celebrado el Día del Abogado

Con un discurso del especialista Ernesto Sánchez Carmona, la Alcaldía y la Cámara Municipal de Marcano celebraron el Día del Abogado.

Antes de escuchar las palabras del jurista, las autoridades municipales otorgaron la Orden "Gaspar Marcano" a la Dra. Enna Fernández, Isidro Rodríguez, Luis Alfonzo y a Eusebio Leòn y la Orden "Dr. Angel Félix Gómez" al Orador y a la Secretaria de Cámara Julia Marìn Rojas.





A continuación el Discurso de Orden del Dr. Esrenesto Sànchez Carmona:


Debo comenzar agradeciendo sinceramente, la iniciativa del Dr. Pablo Mata González, Concejal de este distinguido Cabildo, por haber propuesto mi nombre, para hablarles en el día del Abogado.

Este es un honor inconmensurable, que retribuyo con afecto imperecedero y mucha responsabilidad profesional; pues, hablar de nuestra profesión, es si se quiere peligroso, si partimos del hecho, que una de las maldiciones más fuertes de la historia, es aquella que dicta: “Entre Abogados te vea”.

Es menester, reconocer a los Concejales que de manera unánime, acordaron aceptar mi nombre, para hablarles este día del Abogado, y ello me compromete a ser pedagogo en mis palabras y sincero en mis pensamientos.

Sin embargo, también deseo agradecer altamente, la complacencia por esta designación como Orador de Orden, de nuestro apreciado Alcalde José Ramón Díaz Hernández, a quien admiro y respaldo desde siempre, de quien he sido asesor en muchas oportunidades, y del cual esperamos, siga su ruta de éxito a favor del municipio Marcano, la Cultura y la gente más requerida de dignatarios honestos y comprometidos con el Pueblo.  

Agradezco profundamente al Dr. Javier Fernando Lárez Boadas, quien ha tenido conceptos altamente amables hacia mi persona; expresando mi impoluta trayectoria, que más que un recuento de estudios, trabajos, actuaciones, vicisitudes y logros, son el resultado de esfuerzos y valores sembrados desde mi familia, de mis convicciones y afanes, de mi amor por las cosas que hago y de la determinación por trascender en esta sociedad venezolana.

En mi vida, ha sido determinante la conducta secular, plena del ejercicio de la dignidad, que ha representado mi familia, de la que me siento no sólo orgulloso, sino, que además, ello me compromete en mis actuaciones, valorando siempre el destellante legado que ella me ha sembrado hasta los tuétanos. Si alguien me preguntara sobre mi patrimonio, no dudaría en señalar, que mi más grande tesoro, es mi familia, mi patria, mi fe, mis ideales y los amigos verdaderos.

Javier Lárez, extraordinario amigo, ha sido uno de mis excelentes alumnos en la Universidad de Margarita, pasante de mi escritorio y un Abogado exitoso, emprendedor y actual Registrador Civil de este municipio.

Gracias Javier, por esas palabras, que salieron del afecto que tu corazón tiene hacia mí.

Empero, trataré de dejar mis más francas apreciaciones sobre mi segunda carrera profesional –ya que la primera fue la de Locutor-, y, mi más ferviente afán a favor del proceso de formación y experticia en el ejercicio profesional como Abogado como son el estudio, la investigación, la docencia y la escritura respecto de la carrera que me ha traído tantas satisfacciones y orgullo sano y emocionante.

La celebración del día del Abogado, representa el reconocimiento del país, a una profesión digna y determinante que constituye y ha constituido, la profesión con mayor liderazgo social en Venezuela y el mundo.

El 23 de junio, de cada año, se celebra en Venezuela el Día del Abogado por iniciativa de la Federación de Colegios de Abogados de Venezuela, que solicita se celebre en esa fecha, para conmemorar el natalicio de Cristóbal Mendoza, quien nació en Trujillo el 23 de junio de 1772.
José Cristóbal Hurtado de Mendoza y Montilla, conocido como Cristóbal Mendoza o como Cristóbal de Mendoza, fue doctor en Derecho Civil y Canónico, político y Licenciado en Artes.
Se le considera, a los 29 años de edad, como el primer gobernante de Venezuela, debido a que presidió el Triunvirato del Poder Ejecutivo, que estableció el Congreso de 1811, constituyéndose como el primer Presidente de Venezuela posterior a la Declaración de la Independencia en un período muy breve.
Muere el 8 de febrero de 1829 en Caracas.
Sus padres fueron Luis Bernardo Hurtado de Mendoza y Gertrudis Eulalia Montilla.
Marcha a los 16 años a Caracas, para cursar estudios universitarios, alcanzando ser bachiller en Artes, lo que antes se denominaba Filosofía. Viaja a Santo Domingo, hasta el año 1791 para ser Licenciado y Maestro, allá por el año 1793.
En Santo Domingo, obtiene el título de Doctor en Derecho Civil y Canónico. Regresa a Venezuela y ejerce su profesión en el bufete del Dr. Antonio Nicolás Briseño en Trujillo. Viaja a Mérida y ejerce al lado de destacados Abogados como Juan Marimón y Henríquez e Hipólito Elías González en 1795.
En el año 1792, ya en Barinas, ejerce con los Abogados Faustino de la Plaza y Manuel Antonio Valcárcel Pimentel.
El 10 de julio de 1792, la Real Audiencia de Caracas, le confiere el título de Abogado refrendando sus estudios en Santo Domingo y Caracas.
Se casa en Barinas con Juana Méndez Mendoza.
Al comienzo del siglo XIX enviuda y contrae nuevamente matrimonio con María Regina Montilla del Pumar.
En 1807, Cristóbal Mendoza es electo Alcalde del Cabildo de Barinas, y fue impugnado por el Coronel Húngaro y Dusmet, quien alegaba que este era familiar de los Miembros del Cabildo. La Real Audiencia resuelve el conflicto a favor de Mendoza.
El año 1810, se organiza una Junta de Gobierno en Barinas, de la cual era vocal.
En 1811, son elegidos diputados en representación de Barinas ante el Congreso Constituyente de 1811, tanto él como su hermano Luis Ignacio Mendoza.
El 5 de Marzo de ese mismo año, el Congreso lo designa como Presidente del Triunvirato Ejecutivo que regiría al país. Lo acompañaban en su mando, Juan Escalona y Baltasar Padrón, turnándose semanalmente el cargo de la Presidencia.
Este hombre formado en el campo de las leyes, ocupó destacados cargos en nuestro país, fue firmante del Acta de la Independencia; y, el Primer Presidente Constitucional de la República de Venezuela en el año de 1811. Fiel compañero de luchas de nuestro Libertador Simón Bolívar y de toda la gloriosa generación de la Independencia.
Sin embargo, la profesión del Abogado, es casi tan antigua, como la llamada profesión más antigua … aunque no tanto …

Desde el Egipto de la primera dinastía, la intervención de intermediarios en procesos legales, era totalmente oral, de lo que se levantaban actas por notarios y escribanos.

Esa presencia de funcionarios, ya era común en Babilonia, recordemos los contratos y las leyes establecidas en el famoso Código de Hammurabi, creado entre los años 1728 a. C. hasta el 1686 a. C. -según la cronología media-, por el rey de Babilonia Hammurabi.

Este famoso legado de Derecho, es uno de los antecedentes y conjuntos de leyes, más antiguos que se han encontrado; y, uno de los ejemplares mejor conservados de este tipo de documentos tallados en piedra, creados en la antigua Mesopotamia; y, en breves términos, se basa en la aplicación de la ley del Talión; aquella del ojo por ojo y el diente por diente.

Este código de leyes, unifica las diferentes normas existentes en las ciudades del imperio babilónico, quitándoles el poder de la justicia a los sacerdotes, para dárselo a intercesores y oradores, que presentaban las causas ante los jueces, y que vienen representando a los primeros Abogados reconocidos por un documento histórico.

Al respecto, jamás olvidaré mi primera visita al Museo del Louvre en París, cuando pude observar y tocar la “gran estela del Código impuesto por el rey Hammurabi”.
Una “estela”, es una columna de piedra tallada y adornada, que se utilizaba para poner en las puertas de las ciudades antiguas, los edictos de los reyes. Una especie de gaceta oficial, que daba fe pública a la norma impuesta por el monarca.
Indudablemente que mi vida, ha estado llena de experiencias maravillosas, conociendo en muchos lugares, los vestigios de la historia; pues, tampoco, podré olvidar, el encuentro con la piedra de Rosetta, conservada en el Museo Británico en Londres.
La piedra de Rosetta, es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodioritainscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 a. C., en nombre del faraón Ptolomeo V. Este decreto, también poseía mecanismos para el ejercicio de un tipo de justicia religiosa, en el que el papel de Abogados lo hacían los intercesores.
El decreto, aparece en tres escrituras distintas: el texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo.
Gracias a que presenta esencialmente el mismo contenido en las tres inscripciones, con diferencias menores entre ellas, esta piedra facilitó la clave para el entendimiento moderno de los jeroglíficos egipcios.
Originalmente dispuesta dentro de un templo, la estela fue probablemente trasladada durante la época paleocristiana o la Edad Media y finalmente usada como material de construcción en un fuerte cerca de la localidad de Rashid (Rosetta), en el delta del Nilo. Allí fue hallada en 1799, por el soldado Pierre-François Bouchard, durante la campaña francesa en Egipto, al mando de Napoleón Bonaparte.
Las tropas británicas, derrotaron a las francesas en Egipto en 1801 y la piedra original acabó en posesión inglesa bajo la Capitulación de Alejandría.
Transportada a Londres, lleva expuesta al público desde 1802 en el Museo Británico, donde es la pieza más visitada. Debido a que fue el primer texto plurilingüe antiguo descubierto en tiempos modernos, la Piedra de Rosetta despertó el interés público, por su potencial para descifrar la hasta entonces ininteligible escritura jeroglífica egipcia, y en consecuencia sus copias litográficas y de yeso, comenzaron a circular entre los museos y los eruditos europeos. 
A las leyes en piedra, a menudo se les señala, como el primer ejemplo del concepto jurídico de que algunas leyes son tan fundamentales, que ni un rey tiene la capacidad de cambiarlas. Las leyes, escritas en piedra, eran inmutables. Este concepto pervive en la mayoría de los sistemas jurídicos modernos.
Así mismo, los griegos, hebreos y romanos, los musulmanes y cada una de las antiguas civilizaciones, al practicar la Justicia, incorporaban funcionarios intermediarios, para defender oralmente las causas que les asignaban, para defender o acusar situaciones que revelaban situaciones jurídicas, comerciales, políticas o civiles.
No podemos olvidar, el famoso juicio a Sócrates; los juicios de Moisés, los días del famoso foro romano, y tantos acontecimientos históricos, donde la justicia era impartida y existían Abogados, fiscales e intermediarios del proceso. 
El origen histórico del término abogado, tiene sus raíces en la voz latina advocatus, y, en el verbo advocare, que significa llamar.

Naturalmente, aunque el término español “Abogado” deriva del latín advocatus, como ya hemos señalado; y, el significado sigue siendo: aquel que advoca, defiende, intercede, habla en favor de alguien.”
Ese mismo significado en el inglés, que es lawyer, le agrega a aquella acepción: “el que se trata de una persona que tiene conocimientos de Derecho.”

Por su parte, en el idioma alemán RECHTSANWALT, se origina en vocablos antiguos que hablan de administrar y de justicia.

Todo esto y mucho más, es un Abogado moderno, el cual, pudiésemos definirlo como:
“Quien ejerce en forma liberal la profesión como advocatus: defiende a su cliente, intercede por él y habla en su favor a los jueces. Para ello, ha estudiado las leyes, los procedimientos, Filosofía, Ciencias Políticas, Sociología, Historia y muchas ciencias auxiliares, que fortalecen el ejercicio profesional. Es un lawyer. Todos, en la profesión o en la magistratura, de alguna manera administramos justicia, como lo definen los alemanes.”
Sin embargo, sería supino interpretar, que el ejercicio del Derecho, es tan sólo para la actuación liberal.
También los Abogados, están prestos para la función judicial, como jueces, secretarios, fiscales, defensores, escribientes, inspectores … en fin, como elementos fundamentales del proceso legal, en todas las áreas de la vida social.

De igual modo, los Abogados son asesores corporativos, funcionarios públicos, docentes, líderes de la sociedad, investigadores, doctrinarios, jurisconsultos y empresarios.

Son inmensas las posibilidades que esta carrera, abre a sus integrantes; pues, también existe la lucha gremial y 
social, dentro del papel que debe realizar el profesional del Derecho.
¡Tamaño rol, hemos asumido los Abogados!

Su ejercicio, en cualquier parte de la lista mencionada, o en cualquier actividad no referida, requiere disciplina, constancia, probidad y sabiduría. Y estos valores, no los concede la Facultad de Derecho.

Esos principios, provienen de la educación dada en la familia, en la moral de la sociedad, en el sentido de pertenencia y en la capacidad de comprender el papel del Abogado en la sociedad.

La disciplina, implica entrega, orden, metodología y coordinación de actitudes para desarrollar actividades y habilidades, con resultados eficientes.

La constancia, es una virtud, que nos conduce a llevar a cabo lo necesario para alcanzar nuestras metas.

Principio de buena fe, es la Probidad, la conducta legalmente exigida de actuar en el proceso con lealtad, respeto, decencia, honradez y verdad, con el sincero convencimiento de hallarse asistido de razón … Dijo Simón Bolívar, que “… el talento sin probidad, es un azote”.

La sabiduría, es un don que emana de la introspección que nos haga comprender nuestras limitaciones; pero que a su vez, nos provea del impulso necesario como para ayudar a resolver los conflictos guiados por la Justicia, virtud cardinal, que es como la estrella polar que guía al navegante. La estrella es inalcanzable, pero su luz sirve para acercarnos todo lo que podamos a ella. Recordemos, que la sabiduría del Rey Salomón, provino del regalo que éste le pidió a Dios, para ser justo con su pueblo.

Ese sentido de impartir justicia en el pasado, fue evolucionando, hasta que nacieron las instituciones emergentes de la Revolución Francesa en 1789.

En este orden, al aparecer “El Contrato Social” y la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, presentada por Juan Jacobo Rousseau; la Separación de los Poderes, descrita en el “Espíritu de Las Leyes”, de Montesquieu; la evolución del concepto de Soberanía de John Lucke y otras ideas del Liberalismo, el papel de los Abogados, comenzó a tener una significación trascendente en las ideas transformadoras, que dieron paso al mundo moderno y al rol de estos profesionales en la Administración pública.

Sin embargo, no puede avanzarse en este relato, sin exaltar las ideas del más grande de los pensadores de la generación de la Independencia de Venezuela, como lo fue Juan Germán Roscio.

Este héroe civil de la patria, para mi humilde opinión, es el Padre del Derecho Administrativo y el Derecho Constitucional de Venezuela. Un pensador universal a la altura de Miranda y de Bolívar; redactor del Acta de nuestra Independencia, de la Constitución de 1811, del proyecto de la Constitución de Angostura y merecedor de altas responsabilidades durante la Independencia.

Para nosotros, una vida fascinante, que por el execrable olvido de muchos escritores seducidos más por la gesta de la espada, que por la de las letras, estamos realizando una investigación histórica sobre el héroe, y, escribiendo una obra donde enfocamos el papel de jurista de este grande hombre; para que las nuevas generaciones de Abogados se complazcan en saber, cuánto aportó este mestizo llanero, al desarrollo de la Ciencia del Derecho en Venezuela.

Los Abogados estamos obligados a defender el Derecho, el Proceso, la Legalidad, las Instituciones y la Justicia de las asechanzas de la prevaricación, la concusión, la arrogancia, la mediocridad, la ignorancia y el abuso de poder.

Los Abogados estamos en la primera y verdadera línea de la propuesta de conductas democráticas; así como también, somos la primera trinchera en la defensa de la Constitución y las leyes.

Los Abogados, estamos comprometidos con la democracia, el debido proceso, la defensa de los depauperados y la correcta aplicación de la Justicia … pero los Abogados, no luchamos por la Justicia.

Los Abogados, somos auxiliares del Sistema de Justicia … pero así como debemos estar al lado de la razón, también debemos estar del estadio de la sin razón.

Debemos defender a la víctima y al victimario, tenemos que estar del lado de los buenos y del de los malos. Nuestra impronta, es el sino del proceso; pues, para que éste se produzca, deben estar las partes: la inocente y la culpable, la buena y la mala, la que es y la que no es.

En esta época, cuando las profesiones son cada día más específicas y determinadas, los Abogados estamos presentes para resolver los problemas que constantemente, tienen las personas naturales y jurídicas.

Es decir, somos resolvedores de problemas; muchas veces, hacemos el papel de escuchas y psicólogos, amigos y consejeros; y, ponemos el hombro para ayudar a enfocar la solución de situaciones que requieren de la serenidad, el aplomo y la envergadura que los Abogados mostramos a nuestros clientes.

Hoy, cuando nuestra sociedad clama a gritos de sangre por la Justicia, cuando el estado de derecho está cuestionado, cuando la confianza en la Jurisdicción está en entredicho, cuando la corrupción y la ignorancia campean frente al sistema de justicia, cuando el funcionariato se comporta en muchas oportunidades de manera inadecuada frente a los ciudadanos, el reto de los Abogados es muy grande.

Para quienes somos docentes del Derecho, debo confesarles que dicha actividad, cada día nos llena de desasosiego … pues, como comprenderán, no es fácil, por ejemplo, llegar al aula a impartir clases de Derecho Constitucional, cuando cada día y de manera descarada y artera, nuestra Constitución es violada, precisamente, por quienes juraron defenderla.

No es sencillo, impartir Ética y Deontología Profesional, cuando vemos con indignación, el comportamiento incorrecto de algunos colegas en el ejercicio profesional, en el cargo público o detrás de los hilos de la corrupción; ni tampoco, cuando nuestro gremio se encuentra secuestrado y amordazado, tras la impune maquinación de quienes lo usurpan.   

Sin embargo, también quiero confesar, que cuando miramos a la cara a nuestros alumnos, sentimos que esas angustias, que esas desilusiones, deben pasar a otro plano. Que la máxima responsabilidad de este tiempo, es para con las generaciones que nos siguen. Que nuestras angustias, deben ser las razones para luchar por los jóvenes y que nuestros sacrificios no pueden terminar, hasta que hayamos sido capaces de entregar el testigo, a los más capaces, a los más estudiosos, a los más leales con la Democracia, con el humanismo y la dignidad del pueblo venezolano.

Ser Abogado hoy, es un verdadero reto.

Que el máximo deber de nuestro tiempo, es preparar al ejército de Abogados que va a defender el sistema, la Constitución y la Ética.

Que cada día debemos ser los responsables de formas profesionales con valores, que no sucumban a las tentaciones de la arrogancia, la concusión, la ignorancia y la prevaricación.

Vale la pena puntualizar, que la concusión, es el delito de corrupción de funcionario, y, la prevaricación, la traición al cliente o a la función del magistrado.

Apreciados Presidente, Alcalde y Concejales, ciudadanos presentes en esta sesión solemne:

Esta oportunidad ha sido propicia, para reflexionar sobre una profesión espectacular.

Una profesión que me ha permitido vivir con dignidad, felicidad e integridad.

Una profesión, de la que me siento orgulloso de ejercer plenamente; que me ha permitido ser mi propio jefe, por lo que por ella, me levanto a las 4 de la mañana a trabajar.

Por ejercerla, sigo estudiando.

Por amarla, soy docente universitario en la carrera del Derecho; y, por respetarla, investigo y escribo, para lograr la trascendencia que me he empeñado en hacer, cuando vivo a plenitud, esta hermosa carrera que hoy me ha permitido, hablar en el día que se celebra a los Abogados.

Muchas gracias …
























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