Hace tiempo escucho decir de un señor que llaman Pedro Topocho, se le
relaciona con el alto mando de PDVSA; se dice que es el mandamás de la estatal
petrolera de Oriente, se nombra como el mecenas, el que reparte nuestros reales
(los de PDVSA); como una herencia familiar o como capital propio acumulado con
el sudor de su frente.
Igualmente al tal Pedro Topocho se le relaciona con los grandes cacaos
con mala fama de administradores y archiconocidos malamañosos de la política.
El tal Pedro Topocho, se dice por allí, en los corrillos políticos, ha
sido protector del arrasador de Marcano que desapareció millones de bolívares
de la Alcaldía y dejó en la banca rota a esa corporación municipal, llevándose
incluso bienes municipales, que están en los inventarios y desaparecieron como
por arte de magia.
En convenio Alcaldía de Marcano-PDVSA, el tal Pedro Topocho le entregó
al “arrasador” la bitácora de once palos y este se fue con la cabuya en la
pata, no terminó las casas y jamás presentó cuentas.
Así mismo la Alcaldía de Marcano tenía en convenio con PDVSA unos
autobuses y unas maquinarias para prestarle servicio al pueblo, que es el
verdadero dueño, y el 8 y 9 de diciembre el arrasador se los llevó. No sabemos
para donde y para colmo de males, la fiesta del asfalto, que había iniciado
PDVSA en Marcano, de pronto se perdió. Es decir, se apagó la música y según
dicen fue por orden del tal Pedro Topocho.
Y también afirma la gente que el tal Pedro Topocho apaña las
marramucias del arrasador y estoy por creer que es así porque he elevado mi voz
ante todas las instancias del poder y se han hecho los pendejos ante los
desmanes cometidos.
Quiero decirle al tal Pedro Topocho:
Soy venezolano, margariteño, marcanense y pedregalero
Soy Alcalde electo por el pueblo del municipio, escucha bien Pedro
Topocho ¡por el pueblo!.
Y usted Pedro Topocho por muy alto cargo que ostente y por muy
enchufado que esté, no es quien para quitarle al pueblo lo que por Ley le
pertenece y estoy segura que esa aureola que usted hoy posee algún día caerá y
sentirá en carne propia el desprecio de nuestra gente por sus malas ejecutorias
y apoyo a las triquiñuelas del “arrasador”.
Mientras tanto, nosotros desde nuestra humilde trinchera de lucha
seguiremos reclamando las gotas de petróleo que por derecho nos corresponde.
José Ramón Díaz Hernández
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