En los países desarrollados, el Municipio es poderosos, goza de toda la estructura operativa y económica, necesaria para funcionar como el ente catalizador y dinamizador por excelencia de la vida cotidiana de los vecinos.
Lamentablemente en Venezuela, los Municipios son los que tienen mayor cantidad de competencias pero contradictoriamente son los que tienen menos recursos. ¡Así no se puede!.
Hoy vemos como el presupuesto nacional, que es de todos los venezolanos y no de un sector político, se planifica de una manera irracional y centrista, es decir, el petróleo se calcula a 60 dólares el barril y el precio real es de cien dólares, los cuarenta dólares de excedente los maneja el Ejecutivo nacional a su discreción.
A cada Estado le corresponde el veinte por ciento por Situado Constitucional, del cual se reparte así: ochenta por ciento para la Gobernación y el veinte por ciento restante para los municipios, como ustedes pueden ver, los municipios siempre salen perdiendo.
Se pretende ahogar a los Municipios y por ende al pueblo. Los Municipios reclamamos lo que nos corresponde. No queremos migajas.
Ahora bien, ante tal situación, los Alcaldes electos por el pueblo tenemos que vivir como mendigos de unos revolucionarios (sólo de gorra y franela). Esto nos lleva a pensar que en Venezuela pensar distinto es un delito aunque se quiera trabajar por el pueblo y se actúe de manera institucional.
Lamentablemente en este país, mi país, tu país, tendré que seguir mendigando y lo haré con orgullo porque me debo al pueblo que me ha elegido en seis oportunidades para diferentes cargos. Soy institucionalista, demócrata, no tengo nada de qué avergonzarme. Soy un hombre de pueblo, revolucionario, si, militante del verdadero partido de la revolución, Acción Democrática. Milito en el AD del poeta Andrés Eloy Blanco, Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevali y Antonio Pinto Salinas, verdaderos mártires de la democracia y revolucionarios de alma y corazón
José Ramón Díaz Hernández
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