DISCURSO PRONUNCIADO POR LA PROF. ROSA LEANDRO
EN LA SESIÓN SOLEMNE DEL 8 DE AGOSTO
EN LA SESIÓN SOLEMNE DEL 8 DE AGOSTO
“Y proeza, al fin,
cual la de Adriano
Que estando batiendo
en la puntilla,
Concluidos los
pertrechos dio la mano, Al Cañón,
Y en volante
navecilla
En vez de huir al
cerro por el llano
Rompió por dentro de
toda la escuadrilla
Y se unió a sus
hermanos del fortín
Donde con ellos dio a
su vida fin
Buenas tardes. Ciudadano alcalde
del municipio Marcano Sr. José Ramón Díaz, Ciudadano Ángel Luis Mata Presidente
de la Cámara Municipal, Señores Concejales, Cronista de Juangriego, personas e instituciones
homenajeadas en este hermoso día, Sres y Sras.
Antes de disertar con ustedes en
este extraordinario escenario, deseo agradecer en nombre de mis hijos, hermanos
y nietos esta distinción. Para ustedes siempre nuestra gratitud.
Juangriego maravilloso puerto que
abre sus aguas iluminada mas allá del barrio de la galera y mas allá también de
la playa de los sopladores, que levantan sus espumas en irisados penacho.
Juangriego pueblo que desde
antiguo por su ubicación geográfica estratégica y su apertura al mar Caribe,
fue ambicionado por piratas y corsarios.
Juangriego pueblo de hombre, mujeres
y hasta niños aguerridos. Este pueblo que ha dado a propios y extraños hilos de
inspiración y de romance.
Hoy concurrimos a esta hermosa e
inigualable bahía para conmemorar 197 de una de las batallas más cruentas,
feroces y violentas de nuestra historia patria. Este espacio teñido de rojo por
la sangre de nuestros antepasados, es presencia del amor y la posibilidad de
entender que el compromiso con la libertad se demuestra con el sacrificio.
La batalla ocurrida ese viernes 8
de Agosto de 1817(un día como hoy) en nuestro pueblo, es ejemplo de la defensa
de lo nuestro, la defensa a los principios y valores, la defensa de nuestra
identidad indígena, el calor del sol y el sabor a sal.
Este episodio de nuestra historia
local tuvo dos hombres y un destino: Francisco Adrián y Pablo Morillo.
Dispondré de un breve tiempo para describir de una manera objetiva lo que hasta
ahora se ha escrito sobre ellos.
Francisco Antonio Adrian nacido
en el cercado, población del Municipio Gómez, se desconoce la fecha exacta de
su nacimiento, de presume los años 1770 y 1780. El Dr. Ángel Félix Gómez
localizó en Caracas algunos documentos que permiten aproximarse a la figura de
este Prócer de la Independencia, poco conocido y que sin embargo escribió
páginas importantes de la historia, al inmolarse junto a un grupo de valientes
hombres que soñaban con la libertad de Margarita y la eliminación del yugo
español
Algunos historiadores han
afirmado que su apellido era Adriano tal como lo escribe en su poema canto Nº 4
Gaspar Marcano (recitado al inicio) y con el transcurrir de los años perdió la
O por ser una historia de tradición oral.
Se tiene la creencia que
Francisco Adrián fue un soldado raso de nuestro ejército republicano. Fue sí un
oficial patriota que alcanzó el grado de Teniente de Fragata, siendo uno de
nuestros próceres navales.
Pablo Morillo y Morillo, Conde de
Cartagena, Márquez de la Puerta, o El pacificador, fue mucho más que un simple
generalote sanguinario. Fue, como muy bien lo recoge el título de la biografía
de Quintero Saravia: un General de dos mundos. De origen campesino, Morillo se
alista desde primera hora en los ejércitos reales. Participa activamente en la Guerra
de Liberación española contra la invasión Napoleónica. Combate en todas las
grandes batallas de la época: Trafalgar (la mayor batalla marítima de la historia,
21 de Octubre de 1805.), Bailen (la primera derrota de la historia del Ejército
de Águila imperial de Napoleón, 19 de Julio de 1808). Morillo está presente en
la invasión aliada a Francia que pone fin al régimen de Napoleón. Allí gana sus
galones y la confianza del duque de Wellington.
Y, cuando en 1814-1815, terminadas las guerras napoleónicas y liberada
España, se decide mandar un ejército peninsular para conquistar el Virreinato
de la Nueva Granada, se piensa inmediatamente en Pablo Morillo, el General más
prestigioso de aquel momento en España para que comandara lo que en su momento
se denominó el “Ejército de Costa Firme”.
Morillo desembarcó en la Isla de
Margarita en 1815 con instrucciones perentorias de reconquistar para la corona
de Fernando VII estas ariscas colonias que comenzaban a sacudirse el yugo de
Madrid. ¿Fue Morillo un simple pacificador sanguinario como lo conoce la
historia? Lo fue, sí, pero la biografía de Quintero Saravia tiene el gran
mérito de ponernos las cosas en su contexto e ilustrarnos sobre cómo se veían
las cosas desde la metrópolis, la fuente principal del autor son los Ministerio
de Guerra español, lo cual le otorga un especial interés a su investigación. Morillo llega acompañado
de instrucciones originales muy claras: tratar con tacto y diplomáticamente a las
gentes americanas alzadas en armas. Originalmente así lo intenta. Y por eso
procede a indultar a Juan Bautista Arismendi, el comandante patriota de la Isla
de Margarita primera escala de la reconquista. Posteriormente Arismendi
incumple sus compromisos y reinicia las hostilidades. Según el autor, este
comportamiento del defensor de la isla de Margarita llevaría al General español
a comprender que la guerra que venía a librar a las tierras americanas no sería
una batalla de delicadezas. Al fin y al cabo, recordémoslo, Bolívar había declarado
desde 1813 la “guerra a muerte” a españoles y canarios. Durante seis épicos
años Bolívar se enfrenta a Morillo en la guerra por el control de Venezuela. El
genio del Libertador, comprendiendo que la llave del éxito de la campaña por
Venezuela pasaba por abrir primero las puertas de la capital del virreinato
como se hizo con la campaña de 1819 que llevó a que la victoria en este duelo
de titanes se inclinara a favor del Padre de la Patria.
Para Morillo no fue fácil la
tarea encomendada, debido a que los margariteños no se rendían y así comienzan
las batallas sangrientas, donde a pesar del poco armamento que poseía, logran
la victoria de algunos enfrentamientos. Uno de estos éxitos es el que obtienen en
la Batalla de Matasiete el 31 de Julio de ese mismo año, bajo el mando de
Francisco Esteban Gómez, quien con solo mil trescientos valientes soldados y
con ayuda de los pobladores de la zona pudieron en casi 8 horas aniquilar a 3
mil soldados españoles. Esto es historia, dijera mi maestra Esther, está
escrito en informes de los propios actores.
Una semana después, las tropas de
Morillo libran una batalla en Santa Ana, pero sin éxito deciden avanzar a Juan
Griego por lo que se le conoce como el portachuelo de El Maco. Al día siguiente
pasa por Los Millanes y Pedregales para luego llegar a su meta: Juan Griego,
ciudad por donde entraban las armas y provisiones de Las Antillas,
específicamente de San Thomas.
Sangrienta fue la batalla
describe el historiador Francisco Yenes. Después de largas horas de lucha, el
estallido de un retén de municiones obliga a los margariteños a bajar a la
colina de La Galera y son masacrados en una laguna salada, que desde ese día se
llama “Laguna de Los Mártires”. Las pérdidas margariteñas son numerosas, entre
ellas la del Coronel Cayetano de Silva, Capitán de Navío Juan Fermín, Teniente
de Fragata Francisco Antonio Adriano, Teniente Tomas García.
Al inicio señalé que Pablo
Morillo había estado presente en algunas de las batallas más importantes de
Europa, sin embargo fue capaz de afirmar la valentía de los margariteños en este texto: “Desde aquel momento presentó
el ataque al Fuerte, el aspecto más espantoso. Pasaban de 500 rebeldes de la
canalla más atroz y desalmada de la isla, los que defendían, hombres feroces y
crueles, famosos y nombrados entre los piratas de las flecheras, el terror de
las costas de Venezuela, y fascinerosos, que cada uno contaba muchos asesinatos
y estaban acostumbrados a mirar la vida y la existencia con mayor desprecio.
Estos malvados llenos de rabia y de orgullo, con su primera ventaja en la
defensa, parecía cada uno de ellos un tigre, y presentaban el fuego y las
bayonetas con una animosidad de que no hay ejemplo en las mejores tropas del
mundo (…) Estos llegaron al último extremo de la desesperación y apuraron todos
los medios de defensa. No contentos con el fuego infernal que hacían, arrojaban
piedras de gran tamaño, y como eran
hombres membrudos y agigantados, se les veía arrojar una piedra enorme con la
misma facilidad como si fuese una pequeña. Así tuvimos algunos muertos y
heridos a pedradas (…) Nuestra caballería, que para el momento de ocupar el
reducto ya estaba prevenida, recibió a los que salieron de él, en una lagunas
poco profundas, donde todos se arrojaron, y allí pereció a balazos aquella
banda de asesinos feroces que ni imploró
la clemencia ni hubo que diera señales de timidez en medio de la carnicería que
en ellos se hizo (…) De esta suerte se concluyó una acción tan sangrienta y
empeñada, allí quedaron tendidos más de quinientos forajidos, que ni aun en el
último momento quisieron rendirse.
Este informe del general Morillo,
nos debe llenar de orgullo, hoy conmemoramos la valentía, decisión y coraje de
estos hombres que prefirieron la muerte antes que la vergüenza de la clemencia
española, el General Morillo lo afirma: no hubo rendición, solo existió decisión
en el logro de sus metas.
Ante las atrocidades cometidas
por Pablo Morillo y su Ejército, Francisco Esteban Gómez se presenta más tarde
al sitio y reta a Morillo a un combate personal. En un acto suicida dirige estas palabras al
general español: “General, si la división y vuestros partidarios os abrieron
las puertas de Cartagena y de la Nueva Granada
y os presentaron víctimas que vuestra rabia ha devorado; no es así en
este pueblo que tengo el honor de mandar, en donde sólo reina la unión y el más
acendrado patriotismo.
La efímera ventaja que habéis
adquirido este día, no abate a los margariteños, al contrario aumenta más su
coraje. A presencia de vuestras tropas estoy para que sean testigos de vuestro
valor, si admitís el desafío que os hago”. Según, Gómez estuvo solo y a
distancia de un tiro de fusil y viendo que nada le contestaba, se retiró.
A pesar de la victoria conseguida
por Morillo, sus fuerzas estaban diezmadas luego de los combates tan feroces
que presentaron los margariteños.
Morillo al conocer la caída de Ciudad Angostura por parte de los
patriotas y ante la proximidad de más ataques por parte del Ejército al mando
de Francisco Esteban Gómez, lo motivaron a que partiera con sus tropas
restantes el 17 de Agosto de 1817 rumbo a Cumaná, dejando definitivamente a la
Isla de Margarita en poder de los patriotas.
Lo relatado es historia, ahora
asomémonos a la realidad actual y seamos participe de este hecho.
Si comparamos las biografías, sin
mucho escudriñar, nadie apostaría que un grupo de hombres, mujeres, jóvenes y
hasta niños de un pequeño pueblo comandado por un Teniente de Fragata
desconocido, pudiera hacer retroceder a este General de dos mundos y
protagonista de grandes e importantes batallas.
Lo descrito anteriormente por las
fuentes ya mencionadas, determinan que Pablo Morillo contaba con la formación,
conocimientos, experiencias y confianza necesaria para cumplir con la misión
encomendada. Pero toda esa experiencia y estrategias militares no fueron
suficientes para visualizar que ya los venezolanos con dos Repúblicas perdidas
habían fijado un rumbo, ya sabían cuál era su destino. Un destino que ya
nosotros conocemos “LA LIBERTAD Y LA INDEPENDENCIA”.
En este momento permítanme
preguntar, sabemos nosotros cuál es nuestro destino? hace tiempo leía un cuento
de Luis Castañeda y aprendí. “El que no sabe dónde va, ya llegó, cualquier
lugar es su destino”. Señores y señoras en mi soliloquio, me pregunto, qué nos
está pasando, porqué hemos dejado que nos cambien nuestras rutinas, por qué ya
no nos entendemos como antes? Qué estamos haciendo para cambiar esta realidad?
Que aportamos?
Esta LAGUNA, testigo mudo e
inerte de este histórico hecho, hoy nos interpela con fuerza y nos reclama
nuestra estirpe, nuestra sangre Guaiqueri. Nos pregunta por qué tanta
tolerancia ante situaciones comunes de nuestra vida, pero que nos han cambiado
la dinámica existente por situaciones ajenas a nuestra realidad.
Francisco Làrez Granado en el año
1955 escribe su tercer libro Umbral de Ausencia, este poema, hoy yo se los quiero
dedicar.
En el umbral de la ausencia
Los hombres se ponen serios
Mirando hacia atrás la tierra
Que se va empequeñeciendo.
La tierra no queda atrás.
La tierra no se ha perdido,
Porque a donde yo me vaya
Irá la tierra conmigo.
La tierra querida y buena.
La tierra que soy yo mismo,
Porque su pena es mi pena
Y la pena de mis hijos.
Panchito cuando escribe este poema lo hacía pensando en todos aquellos
hombres que dejaban a Margarita en busca de nuevos destinos, pero hoy es
necesario recordar que Venezuela, Margarita y Juangriego somos nosotros mismos,
que la pena de nuestra Patria es nuestra pena. Pero qué hacer?
Siento que lo primero es reconciliarnos. Reconciliarnos con nosotros
mismos, aceptarnos tal cual somos, para poder reconciliarnos con los demás. Observamos
en la realidad que mucha gente está brava, otras tristes y otras quizás
indiferentes, pero un grupo está dando
lo mejor de él o ella. Esto es lo correcto. Mi invitación en esta tarde es
reconciliarnos con JuanGriego, con Pedregales, Los Millanes, La Galera.
Señores, señoras, jóvenes, nuestros pueblos nos necesitan. Necesitamos que
nuestro Municipio tenga los mejores hombres y mujeres. Hombres y mujeres que
cada despertar prometen dar lo mejor de sí, en su familia, en su trabajo, en su
comunidad. Hombres y mujeres que no tienen miedo de asumir retos, que no tienen
miedo al fracaso y si tienen fracasos, esos fracasos te acercan, te enseñan y
te fortalecen. Luchemos por nuestros ideales desde el espacio que nos
corresponda. El dueño de la tienda
piense y trabaje diciendo ésta es la mejor tienda, en ella se brinda la
mejor atención y esa atención debe ir desde la empleada hasta el mejor cliente.
La enfermera y el médico deben ser los
mejores, que a pesar de no tener todos los insumos necesarios, ese paciente
cuente con una sonrisa y un apoyo y quizás eso lo recuerde más que haber tenido
todo y no contar con su amabilidad. El policía es el que más nos custodia y
ayuda en nuestros momentos difíciles, se gana nuestro respeto y confianza,
nuestros líderes políticos son los más trabajadores y honrados, nuestros
maestros y maestras son los hombres y mujeres de mejores virtudes.
Siento que si en cada calle nos reconciliamos podemos generar grandes
proyectos en beneficio de todos, que volvamos a vernos como hermanos y nuestras
miradas se crucen y de igual forma se crucen las sonrisas. Mis hijos, si lo
podemos hacer, deslastremos este mal del egoísmo y la indiferencia, amémonos,
amemos lo nuestro, como lo hicieron nuestros antepasados, busquemos nuestros ideales
y luchemos por ellos, dejemos a nuestros hijos buenas huellas, huellas que
ellos puedan transitar y llegar al mejor Puerto: Juan Griego. Se les respeta,
muchas gracias.
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